Nuestro país ha cambiado profundamente. Se acabaron los tiempos de las grandes mayorías. La forma de trabajar en la política española exige diálogo, capacidad de entenderse y llegar a acuerdos. Ningún líder ni partido tendrá éxito en el futuro si no es capaz de entender la nueva realidad y de aprender a trabajar con quien no coincide.
España afronta dos retos decisivos: el rescate social de muchos ciudadanos en situación de pobreza y la regeneración y modernización democrática.
La crisis económica y las restrictivas políticas sociales del PP han provocado que muchos españoles sufran una situación económica límite. Miles de familias subsisten gracias a las pensiones de sus abuelos, que ven preocupados como el PP ha recortado a la mitad la hucha de las pensiones que dejó el Partido Socialista.
Urge aplicar políticas sociales como la renta básica universal, el blindaje de las becas educativas, o la protección real a los dependientes. Esto exige importantes medidas fiscales. Hay que ser valientes para proponer, cómo ha hecho el PSOE de Pedro Sánchez, un recargo de solidaridad a corporaciones y grandes fortunas para asegurar el futuro de nuestras pensiones.
El segundo reto que afrontamos es la regeneración democrática y la modernización del país. La corrupción y la falta de utilidad real de muchas instituciones exigen una transformación profunda del sistema y una reforma constitucional.
Ninguno de estos dos grandes retos (rescate social y regeneración democrática) puede ser afrontado por el PP, que ha demostrado sobradamente su incapacidad y falta de interés.
Por otro lado tenemos a la organización política de Pablo Iglesias Turrión. Una organización que se ha apoyado en la frustración, el enfado y también la ilusión de miles de Españoles que participaron (y participamos) en un movimiento ejemplar como el 15-M, que demandaba un sistema más transparente, abierto y participativo.
La pretendida indefinición ideológica de Pablo Iglesias me parece decepcionante y poco valiente. Tanto como priorizar el control del CNI, la Televisión Pública o el BOE por encima de la educación, la sanidad o el medio ambiente. Además, renegar ahora del comunismo me parece injusto y ofensivo con el PCE, que tantos años, esfuerzo y sacrificio dedicó a la lucha por la libertad y la consolidación de la democracia en nuestro país.
Podemos ha pasado de utilizar la foto de su líder como imagen de partido a hacerlo desaparecer de sus carteles, pancartas y mailing. Un partido que idolatra a su líder o lo esconde según le indiquen las encuestas no actúa con valentía ni transparencia.
Estos no pueden ser los valores que lideren un nuevo tiempo en España, necesitamos algo bien distinto: liderazgos valientes, serios, consistentes y naturales.
El PSOE ha cometido errores en los últimos años, algunos de ellos importantes. Hemos pagado por ello, y mucho. Somos conscientes, asumimos nuestra responsabilidad y hemos tomado buena nota. No obstante, el PSOE es, sin ninguna duda, el partido con la posición ideológica más consistente y con los equipos más serios y competentes. No hay ningún otro partido progresista que afronte los retos que tiene España con claridad y valentía. Nosotros no escondemos a nuestros líderes ni nuestras propuestas, ni cambiamos de ideología según aconsejen las encuestas.
Los jóvenes del Partido Socialista que tenemos responsabilidades institucionales y de partido somos conscientes de los retos que tenemos que afrontar y de nuestro papel y responsabilidad. Aquí nadie se esconde ni se esconderá.
Es momento de mirar a los ojos a los ciudadanos y de pedirles ayuda. Y especialmente a muchos ciudadanos progresistas y sensatos que, con una mezcla de cabreo e ilusión, confiaron en otras opciones y ahora observan con decepción su inconsistencia y volatilidad ideológica.
Tenemos que pedirles ayuda para que el PSOE, un partido valiente, progresista y de firmes convicciones tenga una posición mayoritaria, consiguiendo así cambiar las cosas con firmeza.
Ese es el partido de tantos y tantos españoles comprometidos y generosos, que durante 137 años de historia se dejaron la piel por conseguir un país más moderno, justo y solidario.