El nivel político en España y su futuro
El nivel de los políticos en España es lamentable. Desde hace años escuchamos a muchos ciudadanos formular esta queja. Este sentimiento popular se confirma con numerosos estudios y encuestas, donde se valora a los políticos como uno de los principales problemas de España y se les puntúa con suspensos clamorosos.
Aunque se trata de una generalización perversa e injusta no voy a rebatir hoy esta crítica a los políticos.
Lo que si pretendo es plantear la tesis de que no se trata simplemente de que suframos un bajo nivel de los políticos, sino que nos enfrentamos a un muy pobre nivel de la política en España.
La política no se conforma únicamente con las personas que ejercen puestos de representación o de dirección en los partidos, sino que también la integran los periodistas, los medios de comunicación, los líderes generadores de opinión, los líderes de los trabajadores, de los empresarios, y todos los ciudadanos opinen o no y participen o no en el debate político.
Es evidente que aquellos que nos dedicamos a la política venimos dando muestras del bajo nivel de los políticos en todos los partidos. No podemos dejar de reconocer esta situación, que es mucho más grave precisamente por el grado de ejemplaridad que debemos asumir quienes nos dedicamos a esta labor.
Pero el debate sobre el nivel de la política en España debe ir mucho más allá.
Los periodistas y los medios de comunicación, que en muchos casos exhiben un grado de dependencia ideológica, partidista e incluso personal desorbitado no ayudan a que la información y el debate público goce del nivel y calidad que debe tener. Si partimos de información incorrecta, no veraz, incompleta, y en ocasiones manipulada, el resto del debate no puede tener el nivel adecuado.
Los generadores de opinión, ya sean periodistas, líderes de movimientos sociales o personajes mediáticos de cualquier índole responden en muchas ocasiones a intereses muy particulares que condicionan claramente sus opiniones y posicionamientos. No existen prácticamente líderes que opinen en libertad y con criterio propio sobre asuntos del debate político.
En cuanto a los líderes de los trabajadores de todos los ámbitos, se dice que parecen inmersos desde hace años en posiciones defensivas muy conservadoras, más preocupados por preservar los derechos de los trabajadores aplicando estrategias del siglo XIX que por participar en un debate político del siglo XXI, con modernidad y visión de futuro. Es evidente que en este caso la fuerte crisis económica y las políticas laborales retrógradas han obligado a los sindicatos a situarse en este tipo de estrategias, sin tener margen para elevar el nivel de sus posicionamientos en el debate político del país.
Los representantes empresariales vienen sufriendo condenas judiciales por malas prácticas y resultados empresariales nefastos, sin que esto sea óbice para que sigan atreviéndose a opinar sobre cómo se debe gestionar el país. Los líderes de los empresarios representan a un empresariado que busca más beneficios hoy, en vez de un mayor valor de su empresa mañana. Por eso defienden despido libre, recorte de derechos, etc. Solo buscan el bonus de diciembre, sin importarles que la empresa cierre en enero. Muchas veces se habla del bajo nivel de la productividad en España, y se responsabiliza únicamente a los trabajadores, olvidando la productividad empresarial, es decir la eficacia de quienes organizan los factores de producción. Afortunadamente los empresarios españoles no son así en su mayoría. Sin embargo, los portavoces que disponen de micrófonos mediáticos si lo son, y los utilizan para intoxicar el debate púbico.
Por último, nos encontramos a los ciudadanos, que como sujetos políticos forman parte del sistema político español, y por lo tanto determinan también el nivel político del país. Las opiniones y forma de actuar de los ciudadanos vienen muy condicionadas por todos los colectivos señalados anteriormente. No obstante, esto no es excusa para no exigir a los ciudadanos un nivel mínimo de formación, información, respeto y responsabilidad a la hora de participar en el debate político. Si los ciudadanos no entienden su papel en el sistema político ni asumen la responsabilidad de sus acciones y expresiones el nivel de la política en España no puede mejorar.
Todos estos sujetos políticos son corresponsables de la situación y del nivel de la política española. Ahora bien, es evidente que no todos tienen el mismo grado de responsabilidad.
Los principales responsables de esta situación somos, sin duda, quienes nos dedicamos y nos hemos dedicado a la política en los últimos años.
En España sufrimos un circulo vicioso muy perverso que condiciona todo el sistema. La valoración de los políticos es bajísima y el ataque generalizado que sufren supone un tremendo desincentivo para que gente con elevado talento y capacidad se dedique a la política. Como mucha gente brillante renuncia a estar en política, el nivel medio es menor, y como consecuencia la crítica generalizada aún mayor. Y así el ciclo comienza de nuevo.
Por supuesto que hay ciudadanos brillantes que se dedican a funciones políticas, pero nadie puede negar que muchos ciudadanos muy valiosos, capaces y con experiencia acreditada, pese a tener vocación política, declinan participar en procesos políticos por los fuertes desincentivos que existen.
Muchos de estos ciudadanos optan por opositar, por dedicarse a trabajar en el sector privado, con mejores retribuciones y menor desprestigio social, o por trabajar en el extranjero, ya sea en funciones públicas o privadas.
Por otro lado, en los principales partidos políticos militan numerosos ciudadanos con excelentes perfiles y que podrían aportar con éxito sus capacidades a labores de gestión pública. No obstante, estos recursos humanos son generalmente desaprovechados, ya sea por la escasa ambición de estos militantes (desincentivados por lo explicado anteriormente) o por un sistema electoral y de selección de cargos públicos que no premia ni fomenta la capacidad y el talento.
Es imprescindible romper con esta situación. Pero esta tarea no resulta sencilla. Solo un fuerte liderazgo y una gran vocación política por parte de una nueva generación honesta, noble y valiente puede dar el salto necesario que precisa este país.
Como veis soy muy crítico con la situación actual, pero también muy optimista respecto al futuro. Veo una generación que en el medio plazo va a tener la sana ambición, la vocación y la honestidad de asumir con humildad el papel que le corresponde. Esta generación romperá con este círculo vicioso perverso, y sabrá aprovechar el capital humano de los partidos y de la sociedad. Y lo harán sin los complejos que existen hoy en día, y contando también con personas muy valiosas de la generación actual que aportarán su experiencia y conocimiento.
Muchos pensaréis que se trata de una utopía o de un sueño inalcanzable. Bueno, es posible que tengáis razón.
Pero como dice un buen amigo, en la situación actual no nos queda otra que soñar y trabajar. Yo desde luego no solo no me resigno, sino que apuesto claramente por este proceso y por este futuro.
Si queremos que las cosas cambien necesitamos esperanza, energía y también soñadores con algo de ingenuidad.
Para conseguirlo nos corresponde apoyar a la gente noble y honesta que demuestra capacidad, compromiso y valor. Que los hay, y muchos. Tenemos que ayudarles en su formación política y en su camino. Esta simple y humilde tarea es la que me apetece y me ilusiona llevar a cabo, y para la que os pido a todos vuestra colaboración.
Pongamos energía, esperanza y algo de ingenuidad.
Juan Lobato